Tengo que confesar que soy una mujer adicta al esmalte; creo que el esmalte da el toque a cada look, y es el que dice “yo me mimo mucho”, a la vez que afirma “tal y como me tomo en serio mi imagen personal, tomo en serio cualquier aspecto de la vida, que sea laboral o personal”. ¿Todo esto sólo con un esmalte? Intenta pensar el efecto que te resulta una mano con esmalte desgatado y con uñas rotas…… Sí, ¡esto es lo que piensan todos!
Pero, ¡qué tortura ponerse el esmalte todos los días! Mis esmaltes, a pesar de que tengo todos los tipos de marcas, saltan y se rompen con una rapidez increíble, casi como si trabajará en las construcción. Y, por si fuera poco, siempre termina apareciendo algo que puede arruinar en segundos el trabajo de manicura que nos llevó tanta dedicación: ganas repentinas de ir al baño, un picor improviso en la cabeza, una llamada al móvil… Y ahí, cuando el esmalte se estropea, ¡otra vez hay que hacer todo de nuevo!
Yo he experimentado de todo. Antes de ponerme esmalte, para que la duración fuese más larga:
- Me aseguro que siempre haya alguien en casa conmigo, para cualquier necesidad 😉
- Sumerjo los dedos en vinagre de manzana durante unos minutos antes de pintarme las uñas. El olor no ayuda…
- Siempre froto el frasco de esmalte entre las palmas de las manos antes de aplicarlo.
- Intento aplicar el esmalte en capas finas y no en capas gruesas, si no la pintura luego se “despega” más rápidamente.
- Seco las uñas con el aire frío del secador.
- Pongo las manos recién pintadas en un recipiente con agua fría y algunos cúbitos de hielo. El frío helado ayuda a solidificar el esmalte en toda la uña rápidamente, haciéndolo más resistente y firme. Aunque en invierno no es tan placentero.
- También he aplicado una fina capa de esmalte transparente todos los días.
Pero ¡NADA! El resultado es de siempre tres días de duración, aún menos si es de un color oscuro. Pero la pasada semana he probado un esmalte de “larga duración” llamado Shellac. Después de la horrorosa experiencia con el gel ya no tenía ganas de probar otras torturas pero Hanna, de Vanita Espai Barcelona, me ha convencido que esto era otra cosa completamente diferente y mucho más sano para mis uñas.
Shellac se aplica como un esmalte. Dura como un gel. Se quita en minutos sin limar. Primer paso, una capa fina del base coat de Shellac y colocar las manos bajo la lámpara UV, luego dos capas de color de Shellac, nuevamente colocar las manos bajo la lámpara UV y aplicar una capa del top coat de Shellac, y por último para sellar colocar una vez las manos bajo la lámpara UV, pasar un algodón con alcohol para limpiar residuos y !listo!
La verdad es que después de una semana mis uñas todavía están preciosas y brillantes.
El retirar el esmalte es muy fácil pero lleva un poco más de tiempo que retirar un esmalte normal, seguramente volveré a Vanitas Espai para que Hanna me pueda ayudar y, quizás, volver a poner uno de los otros 36 colores que me quedan por probar 😉