No tengo mucha simpatía por los polos. No me gustan mucho como prendas de vestir…. Será que cuando fue la apoteosis de esas prendas eran los “maravillosos” años 80 y me acuerdo que no podían faltar en mi look; mil colores y obligatoriamente Lacoste. La cosa más horrorosas es que se utilizaban exclusivamente con hombreras… que nostalgia.
¿NOSTALGIA? Paseando por la calle de repente me noto rodeada de raros personajes con permanente y vestidos con mallas sintéticas. ¿Quiénes son todos estos chicos que por la calle van con los polos y con los cuellos subidos?
Un coche del pasado conducido por Micael J. Fox ha hecho un salto temporal y ha llegado hasta nosotros desde 1985? No. ¡Soy yo que sin quererlo he hecho un salto temporal pero al revés! Yo he vuelto al 1985: la peor época de la moda desde que el hombre ha empezado a vestirse.
¿Quién es toda esta gente con esos look tan llamativos? ¿Será que Madonna ha vuelto a rodar la segunda parte de “Buscando a Susan desesperadamente” y yo no me he enterado?
Definitivamente los 80 han tomado el control de nuestros armarios. Han ganado con los dobladillos de los pantalones que dejan ver los tobillos huesudos y sin gracia; oro y lentejuelas han conquistado, también, mi cajón de los pijamas, tampoco ellos se han salvados, colores eléctricos se han incautados de mis zapatos y en las calles hay tanto amarillo que estoy obligada a ir con gafas de sol, también, en los días de lluvia.
Vale, me entrego al lema de la moda: todo vuelve. Me rindo delante las fantásticas clutch joyas, me rindo delante de las Ray Ban presentes en más modelos y colores en mi bellísima colección y sí, lo admito, me rindo totalmente delante de mis coloradísimas camisetas extralarge con mangas de murciélagos.
Pero siempre, y lo prometo sobre Coco Chanel, lucharé para que lo cuellos de los polos vuelvan a sus respectivos sitios, allí donde tienen que estar, cómodamente y suavemente bajados.
Fabiana Finetto, BcnShopping&Image